Título: Ayer no termina nunca
Director: Isabel Coixet
Año: 2013
Ayer no termina nunca… y la verdad que no, no terminaba
nunca, o el cómo crear expectaciones con
un delicioso tráiler y que al sentarte en la butaca reflexiones una y otra vez
en como los minutos pasan como horas muertas. Estas dos son las dos mejores
frases que se me ocurren para resumir el último film de Isabel Coixet.
Para nada dudo de que sea
una película arriesgada, de hecho creo que era una buena apuesta y que
podría haber sido una apuesta ganadora…Pero no. Cuando vi el tráiler por
primera vez en el cine, sinceramente me conmovió y pensé en que podía tener
delante una de las sorpresas del año, cuando se acercaban los días al estreno
miré las críticas o puntuaciones de aquellos que ya la habían visto y me
sorprendieron esas notas tan bajas, aun así tenía que verlo para creerlo y
quizás con suerte sorprenderme para bien.
La película comienza mostrándonos con imágenes bien filmadas y con una elegante fotografía
una España desoladora en el año 2017 en dónde la crisis había ahondado más aun
si cabe en nuestras vidas y en dónde desde un primer momento muestra unos
parques y calles tristes y abandonados. Como curiosidad nos negaban el tercer
rescate Europeo, y Messi ganaba su décimo Balón de Oro. El arranque se parece
al tráiler en esa elegancia y triste belleza que a este le caracterizó en ese
minuto y medio pero la película se viene abajo muy pronto, demasiado, en cuanto
que aparecen sus dos únicos actores, Javier Cámara y Candela Peña.
Los actores a mi no me convence, pero creo que no es por su
culpa sino porque no son capaces de familiarizarse con el guión y adentrarse en
la historia. Una Candela Peña que sinceramente no sé si es actúa o hace de sí
misma y un Javier Cámara que a pesar de que está mejor que su compañera, le veo
frío y distante en este drama.
La historia cuenta como una pareja que se separó hace cinco
años tras no poder superar la pérdida de su hijo por una negligencia hospitalaria.
Él se fue de casa un 12 de Diciembre sin avisar
y decidió marchar a Alemania para retomar una nueva vida, y allí ha encontrado
un nuevo amor y un estable trabajo, ella sin embargo, ha permanecido dónde
siempre sin poder asumir la pérdida de su hijo y lastrando con ello toda su vida
mientras malvive en un coche.
Todo apunta a un drama que te contrae el corazón pero los
errores comienzan una y otra vez. En vez de tratar el tema del niño y de los
trágicos años que han pasado se dedican a hablar de cómo era su relación, y de
si les incomoda o no la presencia de uno al otro y viceversa. Creo que lo que les ocurrió da para mucho,
siendo un tema muy delicado sí, pero que
los personajes podrían haber exprimido al máximo. Me hubiese gustado ver una
pareja mostrando ese dolor que aunque Javier trate de negar, lo siguen
teniendo, de hecho solo en la escena final lo demuestra y quizás sea la escena
de la película. Por otro lado, esas escenas en dónde se encuentran cada uno en
un sitio modo flash back reflexionando, se deberían haber narrado como una voz
interior, como unos pensamientos que reflexiona el actor, y no como unas
palabras que dice a nadie, de hecho me recordaban al anuncio de Banco Sabadell.
También pienso que cuando se quiere realizar una crítica, la directora debe
hacerlo con inteligencia y con una gota de ironía, pero en el caso de Coixet,
usa a Candela de transmisora de su odio al sistema financiero y los bancos de
una manera radical, como si estuviese en una tertulia política.
Los diálogos son muy repetitivos en un excesivo metraje…108
minutos para hablar de lo mismo una y otra vez!! Hay una frase que se dicen
mutuamente en el film que refleja lo que eran los diálogos (Y volver a empezar,
y volver a empezar…), ya que cuando estos parecían avanzar tropezaban hasta
caer de nuevo al principio. Para terminar mí crítica decir que incluso la
cámara en ocasiones me mareaba, no dejaba de moverse en unas escenas muy calmadas…no
soy nadie para opinar sobre esto pero creo que no venían a cuento.
Conclusión, lo que creía que sería mi sorpresa del año se ha
convertido en mi mayor decepción, una decepción cargada de rabia al pensar e
imaginar lo que podría haber dado esta sencilla historia.
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