Título: Diarios de Motocicleta
Director: Walter Salles
Año: 2004
Por fin la he visto, y no entiendo como he esperado tanto
para hacerlo.
Tras ver no hace
mucho On the Road de Walter Salles pensé que era el momento idóneo para poder
ver esta cinta que tanto me ha fascinado. La gran perjudicada de ello es sin
duda la mencionada en la línea anterior que no hace un mes que vi en el cine. Se
puede decir que aunque ambas historias sean paralelas y jamás lleguen a
cruzarse, al fin y al cabo se están narrando en ambas un libro basado en notas
y apuntes del protagonista, y con una línea argumental que en su base si
coincide y es en el hecho de que en ambas se realizar un viaje por un motivo,
el viajar por viajar y conocer mundo.
Sin leer On the Road, pero escuchando opiniones de aquellos que sí lo
han hecho, se que no es nada fácil llevarlo a pantalla, pero me cuesta creer
como puede cargar un mismo director su película de alma y sensaciones y sin
embargo la otra vaciarla de las mismas.
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No voy a entrar más en comparaciones entre ambas ya que cada
película es un mundo y Diarios de Motocicleta no se merece que pierda más
palabras sin que estas se centren única y exclusivamente a ella.
Por dónde empezar…lo haré hablando del argumento. Diarios de
Motocicleta cuenta la historia de dos amigos estudiantes, Ernesto Guevara
(medicina) y Alberto Granado (bioquímica), que deciden poner un punto y aparte
en sus vidas y junto a una moto se van a recorrer toda la geografía
latinoamericana empezando en su Argentina natal, pasando por la Patagonia,
Chile, Perú, Colombia y terminando en Venezuela.
En esta línea argumental se van notando giros en los
personajes, en sus ideas y en sus sentimientos. Por un lado el gran amigo
Alberto Granado (Rodrigo de la Serna), el cual comienza la historia pareciendo
ser una persona divertida, chistosa, fiestera y con gran picardía tanto para
las mujeres como para ganarse la vida; el paso de la historia será muy
influenciado por su acompañante hasta poco a poco convertirse en una persona
que empieza a darse cuenta de las importancia de las cosas y de las desgracias
humanas, pero sin embargo no se verá inmerso en un cambio total de pensar,
pensamientos más fríos.
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Por otra parte está Ernesto Guevara (Gael García Bernal) que
como bien dice al final de la película con la frase de “Ya no soy yo, por lo menos
no soy el mismo yo interior”, sufrirá un cambio radical en su pensamiento.
Comenzará como un chico que a pesar de llevar una vida buena y con una carrera
a punto de terminar, decide aparcar las 4 asignaturas que le quedan para irse
de viaje, síntomas de despreocupación y de aventurero y ganas por conocer. En
los primeros meses de aventura se verá un Ernesto con mucho éxito con las
mujeres, un ser pasional que parece olvidar el fin de su viaje por un pasajero
amor antes de salir de Argentina; tras ello se reconducirá el viaje junto a
Alberto y marcharán a Chile, donde tendrá constantemente en su cabeza la chica
que conoció pareciendo inmerso en una burbuja que le separa de la realidad.
Poco a poco dejando
la zona árida de Chile y profundizan en su interior, rodeado de un clima más
húmedo, con un estamento social más bajo ya que muchos son campesinos o gente
sin empleo que se gana la vida en trabajos duros y mal remunerados como ocurre
en la escena de los mineros y es aquí
donde Guevara comienza a ver trágicas historias y grandes injusticias, entrando
en una fase que parece dejar atrás su “amor” y en la que se centra en analizar
esos problemas de esa sociedad. Marchan de Chile a Perú donde llegan a un hospital, de un nivel bajo por cierto,
en donde se quedarán unos días como voluntarios ayudando a muchos enfermos
junto con médicos y monjas. Un hecho le llama la atención, ese hecho es que de
una isla a otra le separa un río que margina a los enfermos de los
trabajadores, ya que estos solo van a allí a curar y a estar con ellos pero
cuando acaban su jornada vuelven a su residencia olvidándose del resto. Ernesto
comenzará a relacionarse con estos enfermos y a hacerlos felices en la medida
de lo que puede hasta que llega la hora de marchar.
En ese adiós se verá por primera vez a un de momento oculto
Ernesto “Che” Guevara dando un discurso de agradecimiento por la noche junto
con los médicos y monjas mientras que celebran su cumpleaños. Tras ese discurso
protagonizará LA ESCENA de la cinta, ya que en plena noche cruzará el río
nadando para celebrarlo también con esos enfermos que tanto le habían enseñado.
Cuando le llega la hora de la despedida, la imagen de todas aquellas personas diciéndole
adiós mientras su barca se profundiza en
el río se le quedará clavada en su interior.
Al llegar a Venezuela tras pensar y pensar decide no volver
hacia Argentina, decide intentar remediar toda esa injusticia que esos meses le
habían mostrado, cambiándole por completo , pasando de preocuparse por una
chica de seis días a preocuparse por la cruel realidad del mundo. Pasando de
ser Ernesto Guevara al Comandante Che Guevara.
La película de Walter Salles al cual hay que aplaudir por
esta obra de cine, cuenta con numerosas escenas que se quedan en el recuerdo.
El arranque es fantástico con esa voz narradora de Gael García y con ese
comienzo de viaje; en ningún momento la historia decae, sin embargo los últimos
40 minutos sube aun más un escalón que junto con un gran final completa 2 horas
magníficas de cine. El responsable de la fotografía es Eric Gautier que al
igual que en Hacia Rutas Salvajes o en On the Road deja claro que el rodar
paisajes y hacerlos destacar en las películas es su fuerte. Por otro lado en el
corto reparto de la pareja de amigos, hay que destacar a ambos, los dos están perfectos,
nos ponemos en sus personajes, y nos metemos con ellos en la historia. Por
último destacar al gran maestro de esta cinta y tan desaprovechado en On the
Road, ya que Gustavo Santolalla creo que aporta un tanto por ciento muy alto con
su música, hace que la aventura con la moto sea prometedora, hace que esas
desgraciadas vidas sean aun más indígenas y consigue enmarcar la narración de
Gael.
Poco más puedo decir, solamente que al que aun no la haya visto, no espere tanto como yo
para hacerlo.