Director: Bill Condom
Año: 2013
"El hombre es menos sincero cuando habla por cuenta propia, dale una máscara y te contará la verdad"
Es una de las frases, por no decir "la frase" que encumbra el fantástico trailer que nos han mostrado en las salas de cine y diferentes páginas del género, pero tras los dos minutos y medios de dicho avance todo se desvanece.
Cuando un director viene de realizar películas cuyo objetivo es el de volver locas a multitud de chicas enamoradas de una historia de amor entre vampiros y lobos, y de dedicar gran parte de su carrera a la pequeña pantalla con varias series, las cuales voy a juzgar al no haberlas visto, pero que dudo de que hayan tenido gran repercusión...corre un gran peligro de que la importancia y seriedad de un asunto tan actual le supere.
Bill Condom, director de dos partes de la saga Crepúsculo, es el conductor de este barco (El quinto poder) que apesta bastante a fracaso. Fracaso por no saber como tratar un tema tan complejo y delicado y sobre todo fracaso por no haber sido capaz de dirigir una serie de elementos técnicos con su equipo de realización sonido e imagen.
El Quinto Poder es la cinta que con absoluta seriedad y certeza debería contarnos como surge Wikileaks, que acontecimientos produce dicha base informativa y en que estado actual nos encontramos tras pasar varios años desde que se desenmascarase la mayor filtración informativa de la historia. Y sí, he dicho bien, debería, ya que la realidad no es tal, sino que es una historia que va dando bandazos de un lado para otro sin saber bien como gestionar tanta información, y sin saber bien que puntos fuertes de todo lo sucedido merece la pena resaltar, y que otros puntos de menor importancia han de ser suprimidos o aquellos que más puedan liar al espectador. La realidad es una historia que marea realizando viajes relámpago de una ciudad a otra dando una completa inestabilidad a la trama, además de no profundizar en temas verdaderamente importantes como la del militar que filtró todo, sin embargo perdiendo minutos en contar con más detalles como se lo pasan Julian y Daniel en una noche de fiesta, o en explicar como es una historieta amorosa entre una chica y el propio Daniel mostrando así una completa imparcialidad y cobardía en no profundizar en los asuntos más comprometidos.
Puede pasar que una película no haya sido bien dirigida como este caso, o que su guión sea muy flojo por no decir nulo como el de Josh Singer, pero sin embargo cuente con una serie de elementos que la pueda hacer reflotar un poco. Hablo de elementos como la música, que siempre adquiere una gran importancia a la hora de llevar por lo alto ciertas escenas o resaltar conferencias o frases de importancia, o simplemente para llevar un ritmo conductor en la evolución de la historia, pero en esta ocasión tampoco funciona. Solo espero que a Carter Burwell no le hayan pagado mucho salario, ya que su colaboración es cuanto menos insulsa.
Otro elemento que en una película con numerosas ciudades de importancia ha de resaltar es su fotografía, y sino que se lo digan a Oliver Wood en la trilogía Bourne, pero me da a mí que este Tobias A. Schliessler debería por un lado llamar al señor Wood para recibir un par de consejos, y por otra parte no meterse en estos fregados y seguir dedicándose a obras de arte como Battleship.
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Podría seguir contando más y más cosas que no me han gustado de este quinto poder como el escaso pasado de los personajes, pero creo que con esta rajada me he quedado más que a gusto. Dicho lo cuál tampoco puedo decir que sea una película infumable, pero cada obra hay que juzgarla viendo el nivel al que podría haber llegado teniendo algo tan bueno que contar; quizás algún día lo consiga algún director de mejor nivel.
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